Cuando empezamos a planear el viaje a Madagascar, uno de los lugares que más ganas tenía de visitar es el Grand Tsingy, y desde luego, ha sido uno de los sitios más increíbles y diferentes que he visto en mi vida.
El Grand Tsingy es ahora un Parque Nacional protegido, Bemaraha, y los protagonistas del lugar son las formaciones rocosas únicas en el planeta. Bien es cierto, que en esa zona de Madagascar hay más formaciones similares, pero no tan enormes. Existe el Petit Tsingy, otro sitio cercano, que como si de un hermano menor se tratara, intenta atraer la mirada de los visitantes. Además, en el norte de Madagascar existe un hermano gemelo, pero en este caso de color rojo, el Tsingy Rouge, en el norte de la isla (Antsiranana, Diego Suarez), pero ese no le llegamos a visitar.
Además, el Grand Tsingy también suponía para mi todo un reto, pues este parque es realmente una vía ferrata, es decir, vas a usar arnés y mosquetones durante gran parte del recorrido para atarte a los cables de acero y poder alcanzar la parte más alta del Tsingy. Desde que era muy pequeño tengo vértigo, miedo a las alturas, y cada vez que visitamos lugares intento ir venciendo poco a poco ese miedo, y poco a poco lo estoy consiguiendo. Así pues, recorrer el Grand Tsingy también era parte de mi lucha particular contra mis fobias.
Trekking en el Grand Tsingy
Desde el pueblo de Bekopaka, donde habíamos hecho noche, temprano por la mañana nos dirigimos en un 4×4 hasta el inicio de esta aventura. Después de casi una hora llegamos.
Lo primero que hicimos fue ponernos los arneses, aunque todavía no iban a ser necesarios, y nuestra guía nos comentó cómo usar los mosquetones.
Otra de las indicaciones que nos hizo, y creo que es un consejo que hay que llevar a rajatabla, es no salirse del camino marcado, pues hay hojas de árboles que pueden ocultar debajo agujeros, y una caída allí puede ser además de muy dolorosa, peligrosa en cuanto a posibles roturas de huesos.
En los Parques Nacionales, al estar protegidos, no se puede coger nada y tampoco se debe dejar nada. Es decir, no tires objetos, bolsas de plástico o papel, envoltorios, botellas o latas. Debemos ser respetuosos con la naturaleza y cuidar estos lugares increíbles.
Como puntualización, en Madagascar, todas las visitas a los Parques Nacionales se han de hacer contratando a un guía local, lo cual me parece perfecto, pues de este modo también reciben dinero de algo que es suyo, lo cuidan y lo respetan. Además ayuda a la muy maltrecha economía local.
El principio de esta visita fue adentrarnos en el bosque y voilá!!! Los primeros lémures!!. Los lémures son una especie endémica que sólo habita en Madagascar. Y debido a la catastrófica deforestación que asola al país, cada vez les queda menos hábitats donde poder vivir, pues su vida la pasan siempre en el mismo árbol. Los que vimos eran naranjas, y resultaba impresionante ver sus miradas, sus ojos, todo ternura.
Poco a poco, se empezaron a ver las formaciones rocosas en forma de pináculos que se han ido generando por un proceso de miles de años de erosión tanto del agua como del viento.
Y poco a poco empezábamos a andar entre las rocas, subiendo y bajando, pero aún no era difícil.
Llegamos a una cueva estrecha (no olvides llevar un frontal o linterna) que atravesamos hasta llegar a una cavidad bastante grande, y era allí donde empezaba las ascensión al Grand Tsingy.
También fue allí donde empezaron a temblarme las piernas y a replantearme si realmente quería hacerlo o no. Volver y perderme un lugar único e irrepetible, o hacer frente a mis miedos. La decisión fue tirar hacia delante y no pensar mucho. Concentrarme en cada paso que daba y cada movimiento. La ayuda de la guía fue fundamental, sin ella, no hubiera podido hacerlo.
Todo empieza con una breve subida por una escalera hasta poner los dos mosquetones sobre el cable de acero, y luego subir y subir hasta unos 40 metros (esa era la altura que nos dijo la guía).
Por la morfología de las piedras y la vía que habían abierto, de alguna manera era como ir subiendo escalones con mucho cuidado, sin mirar abajo (nooooo!!!) y agarrándome con fuerza a los pináculos que hacían las veces de barandilla. Llegar arriba fue todo un espectáculo, algo increíble, unas vistas de un lugar único, y pensar que allí había vivido gente.
Pues sí, por extraño que parezca, allí vivió gente durante mucho tiempo. Cuando los franceses llegaron a Madagascar, fueron a conquistar Antananarivo, que era la capital. Los franceses consiguieron hacerse con la capital, las tribus que lucharon contra los franceses huyó de Antananarivo y llegaron hasta el Grand Tsingy donde encontraron el lugar perfecto para refugiarse, había cuevas, el lugar era una especia de fortín de difícil acceso, había abundancia de comida y agua, y allí se quedaron.
El nombre de Tsingy también lo pusieron estos habitantes, y es que Tsingy significa andar de puntillas, y no es raro, que sin calzado, tuvieran que acceder a este lugar andando de esta manera.
Obviamente, hoy ya no vive nadie, pero sí que son muchos los habitantes de los pueblos de alrededor que van allí en busca, principalmente, de miel.
El sitio es espectacular y todo lo que ves alrededor te hace pensar si estás en el planeta Tierra o en otro lugar, y sobre todo, ¿Cómo se ha llegado a erosionar de esta manera? Realmente increíble.
Desde la zona más alta del Tsingy todo fue un recorrido por lugares estrechos, miradores increíbles, y uno de los grandes retos para aquellos que padecemos vértigo, atravesar un puente con el suelo hecho con tablones separados y cuerdas de acero, de nuevo los mosquetones ofrecían esa seguridad anhelada. A mitad del puente si miras a tu izquierda y derecha, así como hacia abajo, vas a dejar en tu retina grabada una imagen espectacular e irrepetible.
El camino de vuelta significó bajar por escaleras de acero, atravesar recovecos, y disfrutar de la fauna del lugar, una auténtica maravilla. Algo que no dudaría en volver a repetir.
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Este parque sólo está abierto de finales Abril, principios de Mayo hasta Noviembre, debido a las lluvias. Así pues apúntate esas fechas, ya que de otro modo no podrás acceder.
Imprescindible llevar una botella de agua grande por lo menos, crema de sol y una gorra. El sol pega muy fuerte y se suda muchísimo. Tampoco olvides llevar el repelente de mosquitos, aunque no parezca que haya, alguno se te puede acercar, y en Madagascar hay malaria.
Tampoco olvides llevar un frontal o linterna que necesitarás cuando entres en las cuevas.
Nosotros negociamos el viaje hasta el Tsingy desde Antsirabe, ya que sale mucho más barato que si lo haces desde Antananarivo o Morondava. Dentro de lo que pagamos se incluía el precio de la entrada al parque y el dinero que se llevó la guía. De camino al Tsingy pasamos por su pueblo, realmente pobre, y ya que sólo pueden trabajar de guías durante medio año decidimos dar una generosa propina, por que además nos pareció fantástica, y a mi, personalmente me ayudó muchísimo para poder completar el trekking.
No es un trekking complejo, ni requiere estar en una forma física excelente. El factor principal está en quienes tienen vértigo, ya que resulta bastante más duro (experiencia propia).
La duración total del trekking es alrededor de cinco horas.
Petit Tsingy
A la vuela a Bekopaka, junto al río Manambolo se encuentra la entrada al hermano menor del Grand Tsingy. Este parque es mucho más pequeño, aunque espectacular también, queda algo lejos de lo que ofrece el hermano mayor.
Se supone que está indicado para gente con mayor edad y para los que tienen miedo a las alturas. Por supuesto que lo hicimos y lo disfrutamos.
Alojamiento en Bekopaka
Nosotros no decidimos el alojamiento donde íbamos a quedarnos dos noches. Por Bekopaka hay varios alojamientos que son similares, cuentan con piscina y bungalows, todo un relax después de la aventura por el Grand Tsingy. Nos alojamos en uno que se llama Hotel Orchidee du Bemaraha.
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