Cuba

La Habana Vieja, la decadencia convertida en música y color

Qué ver en La Habana

Reconozco que las ciudades con aspecto decadente me gustan, me resultan llamativas. Suelen tener una historia por detrás espléndida, pero el paso del tiempo, su colapso económico hacen que se vayan desplomando a la vez que sus habitantes luchan por mantenerlas en pie, con aquél esplendor que un día tuvieron. La Habana es otra ciudad decadente, pero que te enamora como ninguna otra.

La primera ciudad con un aspecto decadente que conocí fue Oporto. Sus edificios grises, donde antes había decenas de azulejos decorando y dando color a las fachadas, sólo quedaban unos pocos, recuerdos de tiempos mejores.

La siguiente ciudad fue Nápoles, ese lugar lleno de Palacios Reales, lugares históricos como la cercana Pompeya y Ercolano, también camino de la decadencia.

La última fue Bucarest, la llamaban la París del Este. Cuando la visité estaban en proceso de recuperación del centro histórico, pero aún quedaba lejos de Francia.

Y La Habana Vieja es el alma de la decadencia. Cuando hablo de decadencia no lo hago en modo peyorativo, para mi es un sentimiento agradable.

La Habana Vieja

Es el recuerdo de tiempos pasados, muchísima historia ligada a las colonias, a los puertos, a los piratas, a la riqueza, a los esclavos, al oro de las minas de Taxco, ese potosí que el reino español enviaba a de México a Cuba y de allí al viejo continente. Oro y plata usados para pagar guerras.

La dictadura de Batista y la posterior Revolución. Todo tiene lugar en La Habana Vieja, ¿Por dónde empezar?

La Habana Vieja es el la parte más antigua de la ciudad, rodeada por mar y el Malecón. Llena de edificios de colores que parecen poder desplomarse en cualquier momento. Edificios que en otro tiempo eran hogar de gente rica. Fachadas neoclásicas, palacetes, todo un lujo que ahora resiste como puede al paso del tiempo.

La Habana Vieja fue donde estaban el puerto y astilleros. Donde llegaban esclavos de África y donde se construían barcos para ser cargados con oro y plata.

Pasear por sus calles es escuchar música, salsa, habaneras. Ver el trasiego diario tanto de los turistas como los cubanos. Perderse y encontrarse en ese lugar que tantas veces habías visto o soñado.

Si algo me ha gustado de La Habana Vieja es pasear por sus calles sin plano y sin referencias de ningún tipo, y de forma inevitable te topas con plazas, museos, calles que están en las guías. Pero también lugares que no aparecen en ningún lado. Deja la guía en la habitación de la casa o el hotel donde te alojes y lánzate con la cámara a disfrutar de esta increíble ciudad.

Qué ver en La Habana Vieja

El Capitolio

Es la frontera entre La Habana Central y La Habana Vieja. Ese edificio que pretendía en la década de los veinte parecerse al Capitolio de Washington, la Plaza de San Pedro de Roma y el Panteón de París. Finalmente se construyó con el fin de albergar el senado cubano, aunque ahora es Ministerio de Ciencia y Cultura además Academia de las Ciencias.

La Habana Vieja

Sigue en una continua restauración. La Habana Vieja va cambiando, y los edificios más emblemáticos se restauran, algunos se están convirtiendo en hoteles de lujo, el capitalismo está entrando en el corazón de la Revolución.

La Habana Vieja

Justo en frente del Capitolio están los coches de los 50, americanos, símbolo de la ciudad y del país. Son los coches que predominan, americanos de la época de la dictadura de Batista. Ahora muchos están completamente reconstruidos, con un brillo que da luz a las calles de La Habana.

La Habana Vieja

Obviamente son los turistas quienes disfrutan de los paseos por la ciudad, nada baratos por cierto.

Ballet Nacional de Cuba Alicia Alonso

Quizás sea el edificio más espectacular de la ciudad, de estilo neobarroco, lleno de estatuas de piedra. Más propio de los edificios que se ven al otro lado del charco. Se estrenó en 1834, casi dos cientos años después deslumbra el inicio del Paseo del Prado.

La Habana Vieja

El nombre actual se debe a la célebre bailarina cubana Alicia Alonso, actualmente directora del Ballet Nacional, a pesar de su edad, sigue siendo reconocida en el mundo entero.

Nunca llegamos a entrar para ver un espectáculo, pero creo que realmente merece la pena.

Hotel Inglaterra

Junto con el Ballet Nacional de Cuba, destaca por la pulcritud y su arquitectura. Más aún destaca al lado del resto de edificaciones. Es probable que sea uno de los hoteles más caros de la ciudad junto con el Hotel Nacional o el Habana Libre en el Vedado.

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Paseo del Prado

Sí, tiene el mismo nombre que el paseo de Madrid, y en cierta medida recuerda un poco. Su paseo central lleno de vigilantes esculturas de leones, permite mirar a ambos lados y disfrutar de unos edificios increíbles, impresionantes, a la par que decadentes.

Si La Habana mantuviera un estado de conservación como las ciudades europeas, para mi gusto, sería la ciudad más bonita del mundo, mucho más que San Petersburgo. Tal y como está también me encanta, pero da pena ver en estado ruinoso algunas auténticas joyas arquitectónicas.

La Habana Vieja

Desde 1994 existe Habaguanex, es un proyecto de Eusebio Leal Spengler que pretende reinvertir el dinero conseguido por el turismo en la rehabilitación del centro histórico de La Habana y en proyectos sociales para sus habitantes.

Se financia a través de restaurantes, hoteles y museos de esta compañía. Lo bueno que tiene es no pretender convertir La Habana Vieja en un parque de atracciones para turistas, si no revertirlo en los ciudadanos que viven todos los días ahí. De esta manera, los edificios recuperados se usan como geriátricos, colegios, centro de atención para discapacitados, etc.

Museo de la Revolución

La Habana Vieja
Esta es una visita imprescindible para entender Cuba en la actualidad, su pasado y quizás el futuro más cercano.

Se puede dividir en dos partes. En primer lugar hay una exposición sobre la historia del edificio. Edificio de la Gobernación en la época de Batista. Luego habla de la Revolución.

Hay maquetas, fotos, cartelería sobre la Revolución, como empezó, los motivos, qué había antes, qué se buscaba y que se consiguió.

La Habana Vieja

Parece obvio que en cierta medida haya propaganda. Pero sabiendo apartar la paja, entenderás muchas cosas. Por qué existe el bloqueo comercial, quiénes y cuál fue el motivo de ese bloqueo.
En la parte exterior, en el parque adyacente está el barco Granma, con el que Fidel llegó hasta Cuba desde México.

Calle Obispo

La calle Obispo es la calle que te lleva desde La Floridita hasta La Plaza de Armas, una calle hecha para los turistas, pero que te deja perderte por sus transversales.

Plaza de Armas

Esta es la plaza más antigua de La Habana. Se construyó casi después de la fundación de la ciudad. Justo al lado se encuentra el Castillo de la Real Fuerza. Al estar tan cerca, allí se hacían las maniobras militares.

La Habana Vieja

Si hablamos de colonialismo y siglo XVI y miramos a la Plaza de Armas, nos daremos cuenta que estamos en Cuba, que fue colonia y que de alguna manera, el pasado de Cuba está muy ligado al pasado español.
Esta plaza ahora es un mercado de libros de segunda mano bastante interesante, a la vez que barato.

Castillo de la Real Fuerza

Este fue uno de los lugares que más me sorprendió. Es una de las fortalezas más antiguas de todo el continente americano. Está pegado al Malecón, y las vistas desde arriba son preciosas.

La Habana Vieja

Ahora alberga el Museo de Navegación, y esta fue la parte que más me sorprendió y gustó.

Cuenta la importancia que tenía La Habana en el comercio con Europa, más bien con el transporte de oro y plata. Y es que los barcos venían desde México hasta La Habana y desde allí iban escoltados hasta España, normalmente Sevilla, para evitar los ataques de los piratas ingleses y la armada inglesa.

La Habana Vieja

La Habana fue elegida como uno de los astilleros más importantes de imperio español, y allí se construyó el mayor barco de su época, el Galeón Santísima Trinidad. Era usado como transporte de mercancías entre México y Filipinas. Este barco acabó en manos de los ingleses.

Hay una maqueta de un tamaño impresionante dentro del museo. Se puede ver cómo eran los interiores del barco, y para qué se usaban cada una de sus plantas. Una auténtica joya.

También contiene los tesoros españoles de barcos naufragados en la costa Cubana. Es impresionante ver la cantidad de plata y oro, las monedas, joyas y lingotes. Siendo posible que ese tesoro represente una minimísima cantidad con respecto a lo que tuvo que haber.

La Bodeguita del Medio

La Habana Vieja
La Bodeguita del Medio se ha vuelto tan turístico que ha perdido cierto encanto. Pasamos dos días diferentes por delante. El primero acaba de llover y parece que nadie decidió entrar allí ni quedarse fuera. Nosotros lo hicimos y disfrutamos de una lugar vacío de turistas y pudimos hablar con los camareros.

Llena de fotos y paredes escritas a bolígrafo recordando quién ha estado allí, es la huella del pasado y presente. Ernest Hemingway, Pablo Neruda o Nicolás Guillén pasaron por esta bodeguita. Es famosa por su mojito, ya lo dejó escrito en las paredes Hemingway, “My mojito en la Bodeguita, my Daiquiri en La Floridita”.

La Habana Vieja

Y es que La Floridita (al principio de la calle Obispo) se atribuye la invención de este cócktail, Daiquiri.

Catedral de San Cristóbal

En otra plaza típicamente colonial, con una torre diferente a la otra hace de esta catedral algo distinta al resto de catedrales coloniales.

Por los alrededores hay mujeres mayores vestidas de blanco o colores llamativos fumándose grandes puros, muy fotogénicas, por un dólar, se dejarán fotografiar contigo.

La Habana Vieja

Calle Mercaderes

Esta calle nace en Obispo y muere frente a la Plaza Vieja. Es otra de las calles más cuidadas y recientemente rehabilitadas. Notarás la diferencia cuando pasees y te pierdas por La Habana vieja.

Plaza Vieja

Se llama Plaza Vieja y sin embargo parece la más nueva de todos. Sus orígenes también son del siglo XVI. Se creó al poco de fundarse la ciudad y ha sufrido cambios, muchos cambios. Actualmente conviven edificios con vidrieras novecentistas, dicen que inspiradas en Gaudí, con edificios barrocos.

La Habana Vieja

Está llena de terrazas y restaurantes, así como esculturas extrañas y una fuente muy llamativa.

En la calle San Ignacio que llega hasta la Plaza Vieja, se encuentra uno de los edificios barrocos más impresionantes de la ciudad, y lo mejor es poder subir en su ascensor de más de 100 años hasta la terraza, gratis, y disfrutar de unas bellas vistas de la ciudad.

Calle de los Oficios

La calle de los Oficios también nace en la calle Obispo, y muere en la Cámara de Comercio de La Habana, frente al convento de San Francisco de Asís, en la plaza del mismo nombre.

Es curiosa esta calle, pues aquí se encuentra la única mezquita de la ciudad, de reciente construcción, 2012 creo recordar. También se encuentra la casa árabe. Esta calle está incluso mejor conservada que la calle Mercaderes. Los edificios tienen una fuerte impronta colonial.

Plaza de San Francisco de Asís

La Habana Vieja

Esta plaza y su convento te hacen imaginar cómo era La Habana colonial del siglo XVI. Es sentir la luz de la plaza, sobre los diferentes edificios que la componen. Observar los balcones, como si estuvieras en una película de la época.

La Habana Vieja

El Malecón

El Malecón está presente en La Habana Vieja, en La Habana Central y en El Vedado. Es parte de la vida diaria de los cubanos, su traguito de ron envasado en tetra brik (no es broma), sus guitarras. Algunos pescadores en busca de una buena presa.

Es un paseo muy agradable. La música y el ambiente comienza por la noche, aunque no deja de tener vida en ningún momento del día.

El Malecón también es el lugar de jineteros, personajes que se te acercan intentando venderte algo, ya sea ron, puros, llevarte a un bar, etc. Evítalos, acabarás comprando un ron que no lo es, unos puros que tampoco lo son, y si vas a un bar, pagarás una cuenta como si estuvieras de fiesta en Oslo.

Acércate a quienes estén cantando, si te apetece claro y disfruta de El Malecón.

Aquí sí que me gustaría dar un consejo. Los robos de cámaras de fotos y bolsos ocurren en El Malecón. Suelen ser al despiste, alguien agarra el bolso o la cámara con fuerza y sale corriendo. Se pierde por las callejuelas y va pasando de mano en mano, nunca lo volverás a ver.

Quizás aparezcan en una moto y tiren del bolso, lo mismo que antes, no lo volverás a ver.

Los cubanos te cuentan que andes con cuidado, que no dejes ver ni tu bolso ni tu cámara. En los edificios frente al Malecón, dicen, suelen vigilar que llegan turistas solos o despistados. Cuando ven a una presa fácil avisan a los compinches que se encuentran rondando por El Malecón.

Así pues, ve al Malecón y diviértete, pero mejor si dejas la cámara y el bolso en casa, sobre todo si es de noche.

Alojamiento en La Habana

Nuestra casa en La Habana la encontramos a través de Airbnb. La verdad que estuvimos encantados con nuestra anfitriona, Odalis, su marido, Chino, su hijo Jade y la preciosa Susi, una chihuahua muy cariñosa. Nos hicieron sentir como en casa y participamos de todas las actividades diarias de la casa.

La localización es perfecta, pues te permite ir andando a todos los sitios. El Malecón queda a unos ocho minutos andando. El Vedado está justo cruzando la calle. A tan sólo unos veinte minutos andando estás en La Habana Vieja.

Alojamiento en La Habana

Totalmente recomendable.

Puedes ver la disponibilidad de habitaciones en el siguiente enlace, La Casa de Odalis.

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Seguro de Viaje Obligatorio Cuba

Si viajas a Cuba, vas a necesitar hacerte un seguro de viaje, ya que a diferencia de otros países, es un requisito de entrada en la isla desde el año 2010. Bien es cierto, que quizás no te lo pidan en el aeropuerto al llegar, pero si en algún momento necesitas asistencia médica por cualquier motivo, no tener el seguro será un problema. Pero si te o piden y no lo tienes, te pueden denegar la entrada.

Te contamos todo lo que tienes que saber para sobre el Seguro de Viaje para Cuba.

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Sobre mí

Raúl

Me fascina viajar, y hasta cierto punto estoy obsesionado con los viajes. Siempre intento tener un billete de avión en la cartuchera.
Recuerdo el momento que por primera vez pisé el extranjero, tenía 18 años, ese fue un viaje de ida, aún quiero seguir conociendo más y más.

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