Sin duda alguna, el Lago Atitlán tiene mucho, mucho que decir. Y cuando llegué a Guatemala, tenía claro que quería conocer ese lugar que dicen mágico, y de alguna manera, así es.
Para que te hagas una idea más precisa sobre este lago único, aquí te dejo algunos detalles.
Su origen es volcánico, por lo que no es alimentado por ningún río, si no por el agua de lluvia, lo que hace que el nivel de este no haga más que subir. Y por tanto, llevándose por delante zonas que antes estaban por encima de su nivel, esto es visible cuando estás por el lago.
Son tres los volcanes que rodean este lago Atitlán, y si tienes más suerte de la que tuve yo, podrás disfrutar de su majestuosidad en toda plenitud. La neblina y las nubes me impidieron ver la parte más alta de estos, y eso que cada tres minutos pensaba que las nubes se estaban despejando. Eran más mis ganas que la realidad.
Los volcanes que lo rodean no son pequeños, el Atitlán con 3537 metros de altitud, el Tolimán con 3158 metros y por último el San Pedro, con algo más de tres mil, en concreto 3020 metros. Pero tienes que tener en cuenta que la altura del lago, con respecto al nivel del mar es de 1560 metros.
No se sabe con exactitud su profundidad, pero parece rondar los 350 metros. Y va creciendo, ya que este lago se alimenta de las aguas de la lluvia, y no desahoga en ningún sitio.
Pajaiba
¿Y la magia? Pues bien, hay dos cosas que hacen de este lugar mágico. La primera es una isla que está sumergida en el centro del lago y que se supone era un importante centro de poder maya. Allí lo llaman su Atlántida, aunque siempre te repiten que el nombre real es Pajaiba.
Xocomil
El segundo motivo se llama Xocomil, es un viento que pone las cosas bastante difíciles a los barqueros y pescadores a partir de las tres de la tarde cada día. Y no es ninguna broma, yo mismo sufrí los efectos de este viento por retrasarme en San Juan de La Laguna. El agua estaba muy revuelto, habían olas y el viento era algo fuerte, ¿en un lago? Pues sí.
La leyenda dice que hubo una princesa y un plebeyo se enamoraron, cosa que no estaba permitida en esa época. Esta princesa, de nombre Citlatzin (Estrellita), se solía bañar todos los días en los ríos del lago Atitlán, y estos estaban enamorados de la princesa. Pero cuando se enteraron que estaba enamorada de un plebeyo, pidieron al viento que empujara al plebeyo a las aguas para que se ahogara. Así que el viento enfurecido hizo su trabajo, y Citlatzin contemplando la escena, tomó la mano de este y se hundió y ahogó junto a él.
Dicen que los río enfurecidos crearon un choque de corrientes formando el lago Atitlán, y no olvidando lo que había hecho la princesa, todos los días alrededor de las tres, protestan por lo que hizo esta. De hecho Xocomil significa recoger pecados.
Qué ver en el Lago Atitlán
Llegar allí para ver el lago, es razón más que suficiente para hacer ese viaje. Pero también recorrer, o más bien, atravesar de cerca localidades como Sololá, cercana al turismo del lago, pero a la vez alejada completamente.
Miradores
Antes de llegar hasta la localidad de Panajachel, la más importante del Lago Atitlán, podrás disfrutar de unas vistas completas de este majestuoso y extraño lago.
Si tienes suerte, como antes ya te dije, yo no la tuve, además del lago, podrás contemplar esos tres volcanes que parecen ser los vigilantes del lugar.
Son dos los miradores, el del Lago Atitlán y el de San Jorge, merece la pena una parada para disfrutar de las vistas desde arriba.
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Panajachel es el epicentro de la vida en el Lago, de hecho es la localidad de mayor tamaño. También es la primera parada en sus orillas para quienes los visitamos.
A pesar de ser el pueblo más grande, no lo es en absoluto, y lo mejor es su tranquilidad y su animada calle Santander.
Esta es la calle donde se encuentran gran parte de las tiendas de recuerdos, cafés o restaurantes. Vamos, la típica calle para los turistas que visitan el lugar.
Pero también cuenta con un museo, el Museo Arqueológico Azul Maya.
Recuerda que estamos en zona maya, y muy cerca de un lugar que me gustó especialmente, Chichicastenango, así que encontrarte con el color de los vestidos mayas va a ser realmente sencillo.
La importancia de Panajachel también viene dada por su embarcadero, el principal de las localidades que comparten orilla con el lago. De hecho, desde esta, puedes llegar a cualquier otro lugar.
Hay dos opciones para moverse por el lago, con barcos públicos o barcos privados. Efectivamente los primeros son más baratos, el problema son los horarios, y que en muchas ocasiones o casi siempre van sobrecargados. Su precio es realmente bajo, alrededor de euro y medio.
Sin embargo, si decides tomar un barco privado, te va a tocar regatear. La ventaja es que te lleva y te trae en los horarios que tu quieras. Puedes negociar ir a varios sitios, los tiempos de espera, etc. eso sí, el precio sube bastante. Nosotros fuimos cuatro y pagamos unos diez euros por persona, pero estuvimos una mañana entera visitando el lago.
San Juan de la Laguna
Este es un pueblo que está enfocando su desarrollo en base a las cooperativas indígenas. Creando productos locales de calidad, de manera artesanal para venderlo, bien sea a turistas o fuera de sus límites.
Aquí lo más habitual es visitar algunas de sus cooperativas.
Fábrica de Chocolate
Nosotros fuimos a la Fábrica de Chocolate, donde, además de degustar el cacao, nos “manchamos las manos” haciendo pasta de cacao, para su posterior tratamiento.
Es una buena forma de aprender cómo se trabaja el cacao de forma artesanal, además de conocer que el origen del cacao es guatemalteco.
Merece la pena, creo que es una buena manera de favorecer la economía local, respetando el entorno, y haciendo que las costumbres y cultura maya sigan vivas.
Cooperativa de telas
Nuestra segunda visita fue a una cooperativa de telas. Y aquí de nuevo, nos explicaron cómo es el proceso de fabricación de diferentes piezas. Lo primero que nos enseñaron, es cómo hacían el hilo, de dónde lo sacaban. Qué tintes, todos naturales, usan para dar ese color tan típico de las prendas mayas.
Y por último, cómo en el telar van creando todas las piezas que luego venden. Los precios no son bajos, pero resulta que el proceso artesanal lleva mucho más tiempo de trabajo, y eso hay que pagarlo. Pero merece la pena, desde luego que sí.
Galería de Arte
Llegamos al tercer lugar que era parte de una cooperativa, una galería de arte. Todas las pinturas los lienzos estaban hechos a mano, cosa que en muchos lugares no ocurre. De hecho ahí había una de las personas que trabajan pintando cuadros, y pudimos ver que realmente pintaba los cuadros.
Los motivos, obviamente, estaban muy enfocados a la vida, costumbres y cultura maya. Y por tanto, llenos de color.
Iglesia de San Juan
No me quise quedar en la parte baja, que es donde están las cooperativas y los turistas, así que subimos hasta la parte más alta del pueblo. Entro otros motivos, estaba el de buscar una buena vista hacia el lago.
Pero nos encontramos con una iglesia, la de San Juan, el patrón del pueblo. Esta curiosa iglesia tiene dos fachadas. Una que data del siglo XVII y otra que a penas tiene unas décadas. Y es que Guatemala es un país muy propenso a los terremotos. Debido a un terremoto, la fachada principal de la iglesia se había venido abajo, y había otra más nueva, pero conservando la esencia de la iglesia.
San Pedro de la Laguna
Esta localidad es la más tranquila por el día, y la de la fiesta por la noche. Así que si buscas fiesta este es tu lugar. Los días son para las resacas.
No fui a San Pedro de la Locura, como se conoce en el lago Atitlán, el plan era pasar un día tranquilo en el lago empapándome de su esencia y sus gentes.
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