Kinkaku-ji o el Templo de Oro es quizás el lugar que más me ha gustado, impresionado, impactado, de todos los que he podido visitar en Japón. Y desde luego, también de Kioto.
Este templo en su origen fue hogar de Ashikaga Yoshimitsu, y más tarde se convirtió en el templo zen de la secta Rinzai, estamos hablando de finales del siglo XIV y principios del siglo XV. A partir de ese momento, se convirtió en el lugar donde guardar las reliquias de Buda. Desde luego, este no es un lugar cualquiera.
Kinkaku-ji o el Templo de Oro
Quizás fuera la atmósfera que se trata de crear alrededor. Cuando entramos en el complejo y pasamos por el primer tori, el día era gris, nublado, pero el verde de los árboles y césped era muy brillante. Era diferente, como si nos adentráramos a un lugar del que no pudiéramos salir, una vuelta a otros tiempos (si no fuera por la cantidad de turistas que visitan diariamente el lugar).
Algo que nos resultó curioso, quizás hasta un poco fuera de lugar, fue que cuando atravesamos la entrada definitiva al jardín donde se encuentra es maravilloso pabellón bañado en oro, había a cada lado unas mangueras entre el bambú lanzando humo. Como cuando los famosos atraviesan una entrada al escenario llena de humo artificial, pues esa era la extraña bienvenida al Templo de Oro.
Este templo se encuentra en medio de un lago, y parece como si el oro se extendiera por el agua. A la vez que fundiéndose con el verde y el ocre de las hojas de los árboles que también se reflejan en ese estanque. Es una postal única que te llevas de este increíble país. Una postal que puedes buscar desde infinidad de ángulos.
Rodear el estanque con el Pabellón Dorado como objeto de deseo, como aquél lugar que no desearías abandonar nunca, es increíble. Lo malo la cantidad de turistas que lo visitan todos los días del año, pero nosotros también somos esos turistas.
No se puede visitar el interior, aunque la parte de abajo se muestra abierta para mostrar la simpleza y la belleza que los japoneses son capaces de conseguir.
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El Jardín que hay alrededor del Templo de Oro, y escribo Jardín con mayúscula porque se lo merece, es un cúmulo de paciencia, minuciosidad y amor a la naturaleza.
Ninguna de las ramas que crecen en los árboles está así por casualidad. Todo, árboles, arbustos, etc. parece hecho a una medida singular, escogiendo cada una de las formas que tienen.
Si algo he aprendido durante este viaje, es la obsesión de los japoneses por la perfección en general, y la de modelar la naturaleza a su antojo en particular. Hay decenas de tipos de pinos, y cada uno de ellos tiene una particular forma. Sin duda, es una delicia para los sentidos encontrarse rodeado de tanta exquisitez.
Cuando sales del los jardines propios del Pabellón Dorado, hay otro templo venerado por los japoneses. Durante el tiempo que estuvimos en Kioto, es donde mayor cantidad de japoneses vimos vestidos con el traje tradicional.
Entrada al Templo de Oro
En Japón la entrada en los templos suele ser barata. Será porque tienen muchos y no quieren que te vayas sin visitarlos debido al precio, una pregunta que lanzo al aire.
En este caso, el precio son 400 yenes, menos de cuatro euros.
Está abierto de 09:00 a 17:00.
Cómo llegar al Pabellón Dorado
Llegar al Templo Dorado es muy fácil. Nosotros utilizamos en transporte público, en este caso el autobús, que es lo que realmente funciona, y muy bien en Kioto.
Las líneas 12, 59, 101, 102, 204 y 205 te dejan a las puertas del templo. La parada de autobús correspondiente al Templo Dorado es Kinkakuji-michi. No tiene pérdida, en cualquier caso, la marabunta de turistas te indicará que estás en el lugar adecuado.
Los templos y visitas en Kioto se encuentran muy dispersos, por eso nosotros elegimos usar el autobús.
Puedes comprar un billete sencillo, que son 230 yenes, o comprar el Kioto Bus One-Day Pass, que cuesta 500 yenes. Puedes usarlo tantas veces quieras en el día, y llega hasta todos los sitios turísticos. Esa fue la elección que tomamos nosotros.
Alojamiento en Kioto
Durante las tres noches, casi cuatro días que pasamos en Kioto lo hicimos en el la Guest House Stella Gosho. En un tranquilo lugar en el centro de la ciudad. Está muy bien situado, enfrente de la parada de autobús Kawaramachi Marutamachi (líneas 4, 10, 17, 59, 93, 202, 204 y 205), sólo hay que meterse por una callejuela.
Está a unos 15 minutos del Castillo Nijo-jo y a unos cinco minutos del Palacio Imperial.
Este alojamiento se encuentra en una zona residencial y muy tranquila. Pero tiene muy cerca un supermercado Fresco, con una inmensa cantidad de productos japoneses con los que deleitarse. También hay cerca, a unos cinco minutos, un 7 Eleven con un cajero que admite tarjetas extranjeras.
Lo llevan un matrimonio, ella. Luna, es taiwanesa y él japonés, pero estuvieron diez años viviendo en República Dominicana. Su castellano es muy limitado, pero lo intentan y además hablan inglés. Unos muy buenos anfitriones.
Seguro de viaje Japón
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